Noto como entristecen
mis palabras.
No me refiero a que el
significado
transmita desesperación
o llanto.
Incluso las palabras
alegres
parecen tristes al
escribirlas.
Puedo
escribir avenida
y en un momento
comenzar
a llover sobre el
asfalto.
Puedo,
en mi cuaderno, anotar bosque
y una sierra sesgar por
la mitad
las verdes vidas.
Últimamente no sé que
ocurre
pero entristecen las
palabras
que yo escribo.
Anoto,
por ejemplo, brisa
y se vuelve un huracán
que arrasa el mundo.
Escribo
alma
y me las deseo para
encontrarla
sin hallarla.
Pongo
la palabra luz
en mi libreta
y se vuelve tan
cegadora
que tan siquiera me
deja oír
cuando caminas.
No fue siempre así.
Llegué a dominar el
arte
de con silabas
pintar paisajes y
poder describir un
aroma
con vocablos.
Esto me ocurre desde
hace poco,
cuando terminé de
escribir tu nombre
y diste la vuelta
para marcharte.