Recé
una oración
a una muchacha con
sombrero.
A otra que traía un
fortín
entre sus nalgas.
Oré por una joven
que lloraba
en una plaza,
y por otra que su
caminar
hacia arte.
Recé a la amiga, a
la madre
y a la virgen que
espera
que le rompan el
hechizo.
Alabé a las cajeras
de un supermercado,
a las prostitutas
que entre sus piernas
tienen los frutos
más frescos del mercado.
A las niñas que
escriben cartas a los Reyes
y a las reinas que
no se cansan de acariciar
a sus vasallos.
Recé una oración a
la mujer
de Sur a Norte
y de Oeste a este
lugar que ahora es mio.
Tengo la esperanza
que alguna de ellas al acostarse
tenga el detalle de
nombrarme en sus plegarias
y le diga al dios en
que ella crea
que se acuerde de
este pobre hombre
que pasó su vida
escribiendo
una oración a todas
ellas.