Con tu crin de calendario
cabalgaste nuestros años.
Trotaste las bienvenidas.
Trotaste las despedidas.
Tú,
caballo Soberano.
A nadie perdona el tiempo
y hoy con todo sentimiento
te digo que eres mi hermano.
Sí,
caballo Soberano.
Creciste con nuestros sueños
llenando con tus destellos
los lugares que pisaste
y sin hablar
nos hablaste.
Tú,
caballo Soberano.
Ahora lento descansas
y tu elegancia contagia
hasta las ramas del árbol
que sombrean tu figura.
Porque mi amor no es enano.
Mi amor por ti,
Soberano.
Y cabalgarás los cielos
igual que hiciste en la tierra.
Y te mirarán los ángeles
igual que hacían las yeguas.
Mi corazón es tu cuadra
y con lagrimas de plata
y en los ojos nuestras manos
queremos darte las gracias
a ti,
amigo Soberano.
Venga.
Al trote por estos versos
porque a ti te pertenecen
y mientras el viento mece
tus herraduras sagradas
que cabalgaron veranos
vivirás en nuestra historia
tú,
por siempre,
Soberano.