sábado, 30 de noviembre de 2013

REVERENCIA



Permítame , ya que no llevo sombrero,
que levante la tapa de mis sesos
cuando pasa.
Permítame que le entregue
unas pequeñas reverencias
y sople la arena de su camino andado
para que el polvo
no dañe la blancura de sus pasos.
Permítame también que la ame un poco.
Sólo con un poco tengo bastante.
Permítame, igual que la lluvia a usted moja,
riegue yo las flores de un jardín
que no es mio.
Permítame que adivine dónde aterrizarán
los días que pasan volando,
por si en uno de ellos
se rompe el tren de aterrizaje,
cae,
y puedo permitirme el ayudarla a levantarse.
Permítame que le siga hablando de usted
porque tanta hermosura
merece un respeto.
Permítame que coloqué en sus delicadas manos
estos versos.
Puede ser qué usted los lea
o los lance a la hoguera eternamente.
En ambos casos,
permítame que le diga,
que sé que habrá sonreído
y el tiempo que tarde en leer este poema

usted habrá sido inmensamente feliz.


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