Un café
en una terraza
es un
paréntesis.
Un
decir “ahora luego
me
vuelvo a enganchar a la vida”.
Es un
momento fantástico
para
perfilar quimeras
o para
fotografiar la vida que pasa
en
instantáneas tan instantáneas
que ni
siquiera
tienen
derecho al revelado.
Un café
en una terraza
tiene
magia,
sobre
todo si a esa taza
la
observan cuatro ojos
y los
otros dos que miran son verdes,
parpadean
y en
cada fotografía que ellos hacen
siempre
va dejándote un secreto rebelado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario