Pasearé tu conticinio de puntillas
con cautela
para no dañar tus vestiduras
ni tus sueños.
Atrás dejaré la puerta de tu insomnio
y casi no levantaré los pies del suelo
para no fabricar el polvo
que te engañe
ocultando mi existencia.
Caminaré sobre tu cuerpo recostado
en un lecho que yo imaginé
sólo de nubes
sentándome justo a tu lado,
para,
si en un momento
se te ocurre abrir los ojos
te topes de primeras con los míos
y con este par viejo de zapatos
que una vez
pasearon tu conticinio de puntillas,
con cautela,
para no rasgar tus vestiduras
ni mis sueños.
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