lunes, 14 de marzo de 2011

EL POEMA MÁS TRISTE DE ESTE MUNDO

Voy a traerte mis ojos
en un frasco.
Sangrientos, ocultos
y húmedos de lágrimas dispersas.
Para que los agites
fuerte y deseosa
y que no sepan que estás mirando un lienzo.

Voy a traerte mi lengua cuarteada
y palabras sujetas en sus tajos
resbalando con salivas impotentes
que no atinan a ordenar
los adjetivos
que uno a uno
colocaste tú en mi frente.

Y me caeré muerto entre tus brazos
con mi peso de caricias del antaño.
Y si por casualidad ves que aún respiro,
golpea mi corazón,
quita mi vida
que morir en la muerte debe  ser
como ser gota de agua en la marisma.

Voy a cortarme los dedos uno a uno.
El pulgar,
el índice,
el pequeño,
y mutilar caricias a la nada,
y no poder aplaudir  ausentes besos.

Creo que voy a darte muerte
en mi memoria,
si es  que aún vives en ella.
Y cuando cosa con hilo
mis dos labios
y mi boca hablé hacia su adentro con susurros,
y cuando sepa realmente
que estoy mudo,
entonces, y sólo entonces
te voy a escribir
el poema más triste de este mundo.

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