Para escribir un poema,
un poema que llene,
un poema que llegue,
no debes de buscar un lápiz cualquiera.
Debes de abrir manos
y esperar paciente,
que en cualquier momento
el lápiz llega.
Para escribir un poema
nos vale cualquier hoja.
Pero si hay que elegir
en un momento una,
yo, personalmente, quiero
la que seca cayó del árbol,
la que seca flota en la laguna.
Para elegir un tema
y contarlo en un poema...
Yo cuento lo que veo.
Si Dios me dejara ciego,
contaría lo que palpo.
Si Dios me dejara manco,
contaría lo que vivo.
Si Dios me dejara muerto,
le daría en sólo un verso
gracias por haber vivido,
gracias por haber palpado
y gracias por haberte visto
como al leer mis poemas
te sentiste emocionado.
Para escribir un poema
no hay muchas complicaciones.
Vas entonando la trama,
eligiendo las palabras,
engarzándolas en frases,
y al final cuando lo lees
que suenen a melodía
y que parezcan canciones.
Para escribir un poema
hay que estar
a veces vivo,
a veces muerto,
a veces triste,
a veces ser un árbol,
a veces cuenco,
a veces ser un río,
a veces alma,
y siempre siempre siempre
ser libre
para elegir ser algo
y que el poema nazca.
Si un día estas triste
escribe con llanto.
Si un día estas alegre
escribe con risas.
Si un día eres árbol
imprime ramas.
Pero si un día no sabes lo que eres,
apaga la luz.
No escribas nada.
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